Las puertas lacadas son de las más demandadas en los últimos años, destronando a las siempre líderes puertas de madera. En color claro, concretamente en blanco, es cómo más se venden estas puertas, que se presentan como una alternativa a las de roble. La principal ventaja que tiene sobre las de madera es la estética, y en lo demás salen casi perdiendo en todo, ya que son más caras y duran menos. La vida de estas puertas es más o menos de 15 años, mucho menos que las puertas de madera de siempre. Suelen utilizarse también para los armarios.
El mantenimiento de las puertas lacadas ha de ser muy cuidadoso aunque es bastante sencillo, al menos al principio. Para su limpieza normal es suficiente con un paño y agua con un poquito de jabón neutro, nunca utilices detergentes o productos que tengan componentes abrasivos para que queden relucientes porque será peor el remedio que la enfermedad. Si tuviera una mancha espesa e intensa, puedes lavarla con alcohol, pero con muy poca cantidad y siempre diluido en mucha más agua. No uses amoniaco o acetona ni mucho menos un estropajo ya que la rayarás toda.
Si te vas a comprar una puerta lacada blanca debes saber que tiene a amarillear, aunque dependiendo de la calidad puede resistir más el paso del tiempo. Si la puerta está en un lugar donde le da el Sol se terminará volviendo amarilla, algo que no sucede con tanta facilidad en lugares donde le da la sombra. Evita que la puerta reciba golpes ya que en caso de recibir alguno muy fuerte podrían saltar los trozos de lacado o incluso romperse la puerta. Debes tener cuidado también con la humedad, si la tienes en el baño y se producen pequeños arañazos lo mejor es que los disimules con un rotulador especial, aunque si es demasiado vistoso lo mejor es que vuelvas a lacar toda la puerta.
Foto: Art Mobel